lunes, 18 de abril de 2016
El Padre Joaquín Alliende habla sobre la vida y obra de Mario Hiriart
Este testimonio me gustó mucho porque conocí aspectos de Mario de la vida común que no me imaginaba y en los pequeños detalles de la vida diaria él iba construyendo su santidad.
sábado, 9 de abril de 2016
Oración de Mario Hiriart cuando visitaba a la Mater en el Santuario
ORACIÓN PERSONAL DE MARIO
PARA LAS VISITAS AL SANTUARIO
Madrecita querida: así como el niño espera con ansias
cada día el momento de volver a su hogar y descansar en el cariño maternal,
anhelaba mi corazón el poder llegar hoy a tu pequeño Santuario. Tú lo has
convertido para mí, con tu solicitud de Madre y los innumerables regalos que en
él me has hecho, en el terruño amado, el hogar silencioso e inundado de paz
donde cada día quisiera volver a reposar en tus brazos y entregarte toda mi debilidad
y pequeñez con filial alegría. Si la jornada ha sido difícil, y aunque ella
haya sido coronada sólo por fracasos exteriores, el volver junto a Ti y
ofrecerte todo el día transcurrido veo cómo él se convierte en un triunfo de tu
amor maternal por mi impotencia de niño, y me siento íntimamente gozoso de esa
total seguridad en tu cobijamiento materno.
Madrecita, en este hogar nuestro has juntado para mí la
tierra con el Cielo. Todo lo verdaderamente bueno y amable de nuestra vida
terrena, el amor filial, el amor paternal, la vinculación al terruño, el ansia
de paz y felicidad espiritual, la fuerza de grandes ideales, me los has
regalado desde tu Capillita. Pero todos estos bienes terrenales, aunque
sublimados, me los has sabido mostrar como lo que en verdad son: sólo una
nostalgia de cielo, de eternidad, de Dios...En este lugar has recogido con
cariño y sabiduría maternales todo lo que puede haber de grande y de bueno en
mi débil naturaleza humana, para elevarlo y transformarlo con tus gracias y
orientarlo hacia la vida sobrenatural.
Sí, Madrecita mía, en éste tu pequeño
Santuario de gracias conviertes Tú al vaso inútil y vacío de mi naturaleza en
un Cáliz capaz de abrirse para recibir a Cristo. Y desde tu Santuario elevas
hacia Dios ese Cáliz, mi corazón, para que él se llene de la Sangre Divina.
Madrecita, haz Tú que mi corazón sobre tu Santuario sea siempre un Cáliz
abierto hacia el Cielo, como Tú misma lo fuiste, de tal manera que, en este
lugar que Tú elegiste para distribuir con predilección tus dones, todo el mundo
natural se una en íntima armonía a lo divino, y que toda mi vida se centre
exclusiva y eternamente en torno a la Sangre de tu Hijo, línea sutil que une la
tierra con el Cielo.
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