Señor Sergio Cavagnaro, presidente de la Fundación de Ingenieros de la Universidad Católica.
Miembros directivos de las distintas instancias de nuestra Escuela.
Representantes de la Fundación San Agustín y DICTUC.
Profesores de la Escuela.
Generación 1954 y alumnos.
Funcionarios.
Amigos y amigas.
En sus 116 años de existencia, nuestra escuela ha entregado decenas de generaciones de ingenieros al país, que se han desempeñado en las más diversas actividades. En muchas de estas, el aporte de los ingenieros de la Universidad Católica, ha significado la construcción y desarrollo de obras duraderas, que han trascendido en la historia del último siglo. Algunos ejemplos de esto son: las primeras transmisiones de televisión de la Universidad; diversas obras viales; transferencia de nuevas tecnologías para los sectores productivo y energético. Hoy, debido a las exigencias del desarrollo, el campo de desempeño de nuestros ingenieros se amplía a otras áreas como son: la gestión, la informática, la educación, la medicina y la agricultura, entre muchos otros.
La demanda por un alto nivel de formación ha llevado al crecimiento de esta Escuela en su infraestructura y en sus actividades docente y de investigación. Actualmente, tenemos alrededor de 3.000 alumnos de pregrado y cerca de 300 de postgrado que siguen cursos regulares en más de 21.000 metros cuadrados, sin considerar las salas de clases; con 100 profesores de jornada completa y 150 de jornada parcial, aproximadamente.
Para que tengamos una estimación del crecimiento de nuestra Escuela les contaré que en la promoción 2003 recibieron su título profesional 442 ingenieros, mientras que en sus inicios los titulados no pasaban de un promedio de 6 por año. En tanto, la generación que hoy cumple 50 años fue de 30 egresados.
Es clara la complejidad que ha ido adquiriendo en su historia nuestra Escuela. Hace pocos días efectuamos un importante encuentro de la familia de Ingeniería en Marbella. Su objetivo fue participar en un taller sobre estrategia de desarrollo para la Escuela. El trabajo se realizó en un ambiente de optimismo, de nuevas ideas y proposiciones donde ex alumnos, profesores, alumnos y autoridades compartieron sus propias visiones. También participaron las instituciones relacionadas con la Escuela como DICTUC, la Fundación San Agustín y la FIUC.
La Fundación de Ingenieros de la Universidad Católica, es una institución que hace 52 años acompaña a la Escuela en su progreso, estrechando su relación a través de diversas actividades de apoyo. Hoy 4 representantes de la Escuela son miembros del Consejo de la FIUC y la publicación IngenieríaUC, que comenzó a circular este mes, es un esfuerzo entre la Escuela y la FIUC.
Invito a los ex alumnos a continuar colaborando con nuestra Escuela. De ustedes depende, en buena medida, que sigamos progresando y manteniendo la posición de liderazgo que hemos alcanzado.
Les contaré que esto último es reconocido por diversas instancias e instituciones nacionales. Sólo ayer nos fue confirmado el otorgamiento del premio de la Sociedad Chilena de Educación en Ingeniería. El reconocimiento nos fue concedido sobre la base de tres atributos:
- El liderazgo nacional asumido por la institución en la certificación internacional de sus carreras;
- Los aportes que sus profesores y egresados han hecho, en diversas instancias de intercambio, a la educación en ingeniería nacional y;
- La constante superación y niveles de calidad educativa alcanzados, que han servido de valioso referente a otras facultades de Ingeniería nacionales.
Sin embargo, nuestra Escuela ha obtenido también otros logros en su centenaria trayectoria. Por sus edificios y salas han pasado estudiantes que más allá de sus méritos académicos y profesionales se han destacado por sus virtudes personales y espirituales. Se trata de algunos casos excepcionales que alumbran la vida de quienes están cerca de ellos y engrandecen a las instituciones donde han permanecido.
Hace poco más de 50 años, se tituló de ingeniero Mario Hiriart Pulido, quien sobresalió entre sus pares tanto por sus capacidades intelectuales como por sus virtudes humanas. Mario trabajó en CORFO y posteriormente retornó a su Escuela como profesor y subdirector de la Facultad de Ingeniería.
Fue un hombre consecuente con su creencia en Dios y con los principios cristianos. Tanto en su vida profesional como en su vida personal buscó el equilibrio y la coherencia. Fue un ingeniero que buscó la santidad, como él decía, “en la vida diaria”.
Mario Hiriart murió a los 33 años de edad, pero sus acciones y su testimonio fueron la semilla que germinó en la vida de muchas personas tanto en Chile como fuera de él. Sus antecedentes han sido estudiados en nuestro país y corresponderá luego que ellos sean vistos en Roma para continuar su causa.
Entre nosotros se encuentran hoy los miembros de la promoción 1954 quienes cumplen 50 años de egreso. Es probable que varios de ustedes hayan conocido a Mario Hiriart y compartido con él. Vaya para ustedes nuestras felicitaciones por la trayectoria profesional que han llevado y por haber tenido el privilegio de tener entre sus pares a un hombre virtuoso que hoy posee el título de Siervo de Dios.
Estimados profesores, ingenieros y estudiantes; Mario Hiriart representa ciertos valores que se identifican plenamente con la formación que la Escuela de Ingeniería busca entregar a sus egresados, que tiene que ver con un ejercicio profesional basado en una conducta ética al servicio de la sociedad en su conjunto, promoviendo el desarrollo y dignidad de las personas, a través del mejoramiento de las condiciones de vida.
Esto que parece demasiado amplio, no lo es, al momento del ejercicio profesional, de la investigación, la docencia y la práctica, cuando cada uno de nosotros, se ve enfrentado a hacer las cosas según el mínimo exigido o, por el contrario, a hacer las cosas poniendo todo nuestro empeño en un buen resultado. Trabajar pensando en el prójimo y en el máximo beneficio social, debe ser siempre un norte que nos lleve a la acción.
En esto último reside la importancia del reconocimiento, que en esta fecha de celebración de la Escuela entregamos a algunos miembros de nuestra familia de ingeniería. Por su trayectoria, a los profesionales que cumplieron 50 años de ejercicio; en reconocimiento a la docencia se premiará a profesores de jornada parcial; en reconocimiento a la docencia, la investigación y la extensión a profesores de jornada completa; en tanto, el Centro de Alumnos entregará reconocimientos a organizaciones de estudiantes de la Escuela que se hayan destacado en su quehacer.
En este nuevo aniversario, los convoco a renovar con energía nuestro compromiso con los objetivos de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica, los que apuntan a entregar la mejor formación profesional y valórica a los futuros ingenieros, para que sirvan a nuestro país y sean capaces de dar oportunidades de desarrollo a quienes hoy no las tienen.
Por el significado que tiene esta ocasión, aprovecho para instarlos a darse un tiempo diario para pensar en nuestras actividades y ver la forma de orientarlas a un mejoramiento de nuestro quehacer y de nuestras vidas.
Muchas gracias.
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