lunes, 25 de junio de 2007

Una extraordinaria y santa vida

Comentario a libro "Biografía de Cuerpo y Alma"
Isabel Margarita González Morandé
Biografía de cuerpo y alma. Mario Hiriart Pulido
Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, 2004, 438 págs.

Durante mi vida, he leído diversas historias de santos o de personas que, como Mario Hiriart, algún día la Iglesia podría declarar santas, pero muy pocas me han hablado al corazón tan directamente como esta biografía.

Junto con sus indiscutibles méritos historiográficos, esta obra tiene la gran virtud de situarnos en la intimidad de este Siervo de Dios, revelándonos el prodigio de un camino de santidad. En la vida de Mario Hiriart la fuerza del amor de Dios se manifiesta en toda su maravillosa eficacia, al transformar el alma de un joven que, mediante la gracia, va alejando de sí todas las preocupaciones y tentaciones mundanas para establecer a Cristo como centro y fin de su existencia.
Pero hay otra razón por la cual este libro despierta tantos ecos en nosotros, y es la proximidad de su protagonista. Mario es una persona cercana, podríamos decir «nuestra». Habitualmente, se lo veía en patios o comedores, con sus alumnos o colegas de la Escuela de Ingeniería de esta Universidad.
En esta obra, la autora va relatando los hitos de la vida de Mario y la forma en que esos hechos son percibidos y analizados por él en su diario de vida. Según nos explica la profesora González Morandé, su propósito fue «recrear lo más fielmente posible la fisonomía del alma de Mario Hiriart [para que] el lector se adentre en su mundo interior». Sin duda, este propósito está ampliamente logrado. En el prólogo del libro, además, el P. Joaquín Alliende manifiesta que la autora «era la persona adecuada para escribir esta obra» porque aúna el rigor académico, la sensibilidad y la fe necesarias para emprender un trabajo histórico de estas características y exigencia. El Padre Joaquín considera que, desde ya, el libro de Isabel Margarita González «pasa a ser irremplazable para el conocimiento en profundidad de Mario Hiriart y su mensaje en la Iglesia de inicios del tercer milenio», opinión que comparto sin reservas.
Esta biografía revela que Mario tenía una personalidad compleja, llena de inquietudes, intereses varios y contrastes. Por una parte, diversas actuaciones lo revelan como alguien idealista, analítico, inteligente y voluntarioso. Por otra, él mismo se considera inseguro, inconstante, proclive al desánimo y enfermizo. Podríamos decir que ésta es la arcilla de su humanidad, de su corporeidad y psicología, de su pertenencia a un mundo y a una determinada cultura. Son las facetas de una vida común y «ordinaria», en el sentido literal del término. Lo absolutamente excepcional y «extraordinario» de Mario radica en su plano espiritual: en una fe inconmovible, y un anhelo de fidelidad y comunión con Dios que, con el correr del tiempo, adquieren una fuerza capaz de sostenerlo ante cualquier circunstancia. Descubrimos en ella un designio de Dios, una elección, que se manifiesta en sobreabundancia de gracia.
Desde esta óptica, la biografía escrita por Isabel Margarita González no es otra cosa que una larga historia de amor a Dios, y de una entrega, libre y absoluta, a la voluntad de Dios, que culmina con la inmolación. Es un amor que traspasa como un rayo de luz su infancia, adolescencia, vida universitaria, actividad académica y trabajo apostólico.
La presencia de Dios en el alma de Mario explica el amor filial que sentía por la Santa Madre de Dios, su «Madrecita», como la llama tiernamente en su diario. Ella sería su inspiradora, educadora y mediadora en cada paso de su vida y en toda prueba.
Pero su camino no sería fácil. Mario tiene numerosas anotaciones en su diario relativas a hechos que él considera como una manifestación de su debilidad, falta de fe, orgullo y autocomplacencia. También sufrió períodos de aridez espiritual. En una de las páginas más hermosas de su diario, escribió: «Madrecita, nuevamente me vuelvo hacia ti: ¡ayúdame a encontrarle una vez más! He perdido su huella, he vagado sin rumbo por caminos torcidos. Madrecita, quiero seguir siempre caminando junto a él, viéndole, amándole, imitándole!».
Para permanecer en unión con el Señor, todas las flaquezas debían ser conquistadas, desafío que Mario, con una profunda humildad, planteaba como un trabajo silencioso, cotidiano, incorporado imperceptiblemente a su vida de laico: «¡Quiero llegar a ser santo, santo de la vida diaria, santo sin bulla y sin notoriedades, sólo para Dios!». Ese anhelo anima su tarea de crecimiento espiritual y le permite profundizar su fe.
«Desde mi niñez tuve un gran amor a Cristo y desde mi juventud tenía el deseo de poder morir a la edad del Señor», confesó a la Hermana de María que le informó sobre la gravedad del cáncer que sufría. Algunos años antes, ya había manifestado esta disposición en su diario de vida: «Sólo quisiera hoy, en tu santuario, una vez más, renovarte la petición de que me des fuerzas para llegar hasta el fin, hasta la cumbre del Gólgota que la infinita bondad haya escogido para conducirme desde allí hasta el cielo…». Y en otra ocasión afirmará: «Madrecita, si soy fiel a lo que hace años te he prometido, no cabe en mí sino una actitud: pedirte […] salir victoriosamente al encuentro de la cruz».
El libro de Isabel Margarita González revela que en Mario Hiriart se manifiestan en forma excelsa la bondad y gratuidad de Dios, la fidelidad de María Santísima, la fecundidad del Padre José Kentenich -fundador del Movimiento Schoenstatt- y, en definitiva, la fuerza infinita del amor que vence a la cruz y, por lo mismo, toda circunstancia terrenal. «Madrecita, con mi cansancio y amargura, tengo que decirte lo que siento en mi alma: que te amo, que amo a tu Hijo, que ese amor da impulso y fuerza a mi vida, más aún, que es mi vida». Amor que, al comentar la proximidad de su muerte, Mario expresa de esta manera: «He salido del Padre, he venido al mundo y regreso al Padre. Ésta es la única y gran corriente de amor: del Padre al Padre.»
Esta frase de Mario manifiesta en forma elocuente lo que fue su «extraordinaria» y santa vida. La posibilidad de penetrar en ella mediante la lectura de esta nueva y completa biografía es una invitación personal a sumarse a esa «gran corriente de amor». Mario fue un remanso de ella entre nosotros y para nosotros. Hoy, con este libro, su testimonio ejemplar continúa enriqueciendo nuestras vidas.

Pedro Pablo RossoRector

Fuente: Revista Universitaria

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